Si eres o has sido webmaster, este desde luego no es tu post ideal.
Lo que aquí se diga puede quedar muy superficial y chabacano a tus ojos.
Pero si tienes un blog, un foro o una web y te manejas lo suficiente con ellos como para conocer las partes elementales, esta comparación te gustará.Aunque, por supuesto, esto es una simplificación exagerada.
¿Qué es un hosting? te preguntarás seguro. Pues bien, el hosting es el espacio del que dispones para crear tu hogar virtual. El sitio que te permite alojar todas las maravillas que creas y quieres compartir, y donde los demás podemos visitarte cuando te hayas establecido.
Cuando tú contratas un servicio de hosting, lo que estás haciendo es mudarte del hogar de tus padres (véase WordPress.com, por ejemplo) al tuyo propio.
Ya no estás alojado en los servidores de una compañía ajena, sino que estás alquilando tu propio apartamento en la red.
Y para conseguir emanciparte en internet, igual que pasa en el mundo real, tienes que adquirir varias cosas, que no todas al mismo tiempo:
- El dominio, que es el nombre de tu casa digital y la dirección para que los demás podamos encontrarla. (esto sí que es obligatorio)
- El hosting, que es hacia donde apunta el dominio, y donde llegaremos cuando te busquemos por la red. (también obligatorio)
- Plantillas, plugins, el diseño gráfico y todo lo demás… Que son los trabajos de interiorismo para que tu espacio en internet sea acogedor y agradable. (no es del todo obligatorio, pero sí lo necesitarás en algún momento)
Por supuesto, exactamente igual que en el mundo real, puedes encontrar apartamentos de lujo y auténticos terrores nocturnos de alojamientos.
Cuando uno paga por un hosting, está decidiendo alojar el soporte principal de su empresa, proyecto o emprendimiento en la red en los servidores de una compañía.
¿Y qué tiene eso de peligroso?
Que cualquier imprevisto te puede dejar incomunicado y fuera de línea… Lo cual es francamente terrible.
Así que toca buscar un alojamiento confiable con servidores robustos que aguanten lo que les eches. Que no tengan caídas y que no se pasen la vida en mantenimiento.
Igual que en la vida real te has buscado una casa donde el termo funciona constantemente y no se te para cuando estás a mitad de la ducha, ni la calefacción se te apaga en mitad de las frías noches de invierno.
Qué menos que tener cierta seguridad por lo que pagas, ¿verdad?
Porque por supuesto, las garantías se pagan. Y cuando la empresa falla en el cumplimiento de sus propias garantías, te lo recompensan.
Normalmente, las garantías que te da un buen hosting son:
- Buenos tiempos de carga.
- Mantenimientos programados para que todo vaya suave como la seda.
- Backups periódicos, por si te cargas algo o te tiran el sitio.
- Respuesta ante caídas de la web…
Y cosas en esa onda. Algo así como una confianza en que no se te corta el suministro y en que, si te queremos buscar, siempre podremos encontrarte y visitarte (en tu hogar virtual).
Así que ya sabes, si quieres emprender online, o buscas la manera de independizarte digitalmente, esto de tener un hosting es uno de los
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